nada

Ya nada se trata de Nada. La Nada no es ni puede ser, pero por aquí anda. Considérenlo.

Un niño con un globo en las escaleras de la entrada al metro.

Un vagabundo con enfermedad mental en una esquina se agacha para ver por debajo de la falda de una mujer detenida por la luz roja.

Una película reciente de origen francés en la t. v.; filmada en escenarios reales pero con animación encimada; doblada al españolmejicano.

Un libro sobre arte de un siervo del imperio austrohúngaro que terminó en la Gran Isla.

Unas ganas irresistibles de escribir pero sin nada que decir, sin nada de sueño… o ¿sin ganas de dormir, de decir? Sin nada.

Nada. ¡Carajo! Nada.

Tetas lejanas que se quieren dejar agarrar, pero que no están aquí: cojederas prometidas, caderas añoradas, pornografía sin alma, una y otra vez, sin nada. Nada.

Una umlaut mal pronunciada en un apellido de viejo conocido en español: nada. Ni ese hueco en la panza, símbolo ancestral de la nada. Sin la sensación que define y alerta sobre la nada: nada, otra vez. La continuidad es la nada, la frecuencia, la moda es la nada, es Nada. Un texto forzado que no se deja reforzar.Un ato de palabras que dicen nada. No expresan pensamientos sino una lista de supermercado, de cosas que faltan sin escribir sus nombres. Nada. ¿No siempre hay algo detrás de las palabras? ¿Qué hay? ¿Dónde está el sentido en todo esto? ¿Todo o nada? Con el antónimo ausente y sin un sinónimo que nos rescate. El lenguaje nos ha traicionado, es nuestra creación y se ha vuelto contra nos. Tal vez quiera decirnos algo, pero nada dice.

La creatividad que ya no cabe en sí, pero sin nada que expresar. Las musas están en nada. Nada las hace aparecer.

La consciencia que no cabe más en sí misma pero que no tiene nada que decir, sin nada que digerir, sola y con hambre pero con la necesidad de decir; se tiene que comer a sí misma y no pasa nada. Se devora a sí misma y se indigesta porque Nada hay.

Sólo un grito inquisitivo y ahogado de desesperación apagada: ¿Esto es todo? Que es igual a decir (por más ilógico que suene): ¿Hay Nada? (!)

Sólo hay esto y nada, nada más. Ni un Heidegger que por medio de la razón agudamente aplicada nos dé un suspiro de descanso, ni una palabra de aliento, ni una isla ni un enquéflotar para un náufrago, nada.

Todo esto pasa en la nada. Todo esto pasa en un país que se hace nada.

En una humanidad que nada tiene de humano con muchos humanos que nada tienen de humanidad; ¿lo ven? ¡Otra vez nada! Nada que se pueda hacer, nada que se pueda esperar. Nada qué beber, nada en qué creer.

La Nada en cada esquina, en cada casa, en cada vida. Tal vez por esto nada que decir. Ni hacer consciente la Nada es algo: necesidad por el Ser. ¿Dónde está? ¿De vacaciones? Nada sucedió cuando obligamos a Dios a abandonarnos, nada cuando lo matamos, pero había algo. Cuando el Ser nos abandonó entonces la Nada, y Nada quedó.

Nada con qué continuar. ¿Lo sienten? ¿La sienten? ¿Sienten la andanada? ¿Nada que sentir? Hela ahí, la Nada siendo sentida. Si la sienten lo siento, pero por aquí anda la Nada. Háganla consciente. Adviértanla. Dense cuenta. Nada pasa. Nada pasará. ¿Ya la sienten, aquí de nuevo? Se insinúa, se sugiere. Y sin embargo, puede ser peor. Nada puede ser peor, aún no puede decir ‘aquí estoy’. Nada está perdido aún. Nada nos engaña. Nada nos atormenta. Nada más absurdo. Nada.

Y después de todo esto, de la Nada, parece aparecer algo, un haz de luz que hace pensar, naturalmente, que se está en un túnel oscuro y que el final de ese túnel es el haz de luz. Aún esto, no hay que ilusionarse con falsas esperanzas, con un trébol sin hojas esa luz puede ser cualquier cosa. Miren aquí el haz, después de tanta oscuridad quizá les deslumbre:

La pregunta sinsentido hace pensar en la posibilidad del sarcasmo en las máquinas… sin embargo hoy el sí ha ganado el volado. Sí deseo guardar los cambios en Nada. Sólo espero que los haya. Por lo menos uno.